Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Tormentoso


Como mínimo. Escandalizados andan en un pueblo gallego los padres de los niños de catequesis de primera comunión porque las catequistas —religiosas, ellas— utilizan libros en los que se “reproducen escenas del Evangelio, historias de mártires ejemplares contemporáneos y la vida de algunos santos como San Josemaría Escrivá de Balaguer”. Imperdonable, oigan. Y que les menten a los niños el sentido del dolor y la expiación, más. Aunque sólo sea una breve parte del temario.

Querrán los padres, a lo mejor, que les mostraran a los niños una imagen de Jesús tocado con la boina del Ché Guevara, convertido en libertador y líder de los derechos humanos, y sin ninguna mención a su propio sacrificio, al amor por nosotros que le llevó a la muerte en Cruz para regalarnos la salvación...

Querrán los padres, quizá, que a los niños se les explique que Dios nos quiere felices —lo que es verdad— sin importar de qué modo, ahorrarles cualquier trauma o dolor que la idea de sacrificio y superación personal puedan conllevar. Querrán, parece ser, algo menos “tenebroso”, “tormentoso”, algo más idílico y fácil.

Y por eso, ni llevan a los niños a catequesis, ni ellos van a misa.

Si es que esta Iglesia nuestra no escarmienta. No es democrática, ni igualitaria, no se ajusta al sentir y vivir de sus miembros, ni a los tiempos que corren. Por eso no es de extrañar que una madre señale su frustración "porque soy católica pero esto no lo puedo consentir y ahora ya no sé si decirle que no creo en nada".

Es curioso observar cómo va calando, cómo la ausencia, la negación de Dios, y el relativismo van haciendo estragos. Tormentosos, claro... Como dice la voz popular, hay demasiados que no quieren cantar ni pueden “a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en la mar”. El problema es que Jesús es indivisible, y que nos salvó clavado en el madero, no andando sobre el mar.

viernes, 7 de diciembre de 2012

El fin del mundo


Apenas quedan unas semanas.

Según interpretan algunos a partir del estudio del calendario maya, éste tendrá lugar el próximo 21 de diciembre. Viernes y en vísperas de Navidad. O sea antes de fiestas... ¡Hay que tener narices!

Los hay que dicen que simplemente se pone el contador a cero y volvemos a contar. Vamos, que los mayas fueron incapaces de inventarse más “números” con los que seguir contando o que, simplemente, nunca pensaron que llegaríamos tan lejos. No se rían porque algo así les pasó a los primeros programadores que no previeron el cambio de siglo.

También los hay que aseguran —y esto ha calado en las conversaciones populares y mundanas, puedo dar fe— que la fecha significa un cambio, que a partir de ahí el mundo no acaba, pero sí será diferente a como lo conocemos. No me pregunten, porque no sé muy bien cómo será eso. Espero que no tengamos que andar boca abajo, porque esto del equilibrio no es lo mío.

Y si echamos un vistazo al mundo de la publicidad y el consumo, desde hace meses ya se nos viene advirtiendo y aconsejando: si llega el fin del mundo, que te pille de fiesta. Me viene a la cabeza un dicho en valenciano que me niego a reproducir, pero tampoco puedo resistirme a dejarlo caer. Les pongo solo las consonantes y ustedes rellenen el resto: f*ll**, f*ll**, q** *l m*n s’*c*b*. ¡Perdón por la zafiedad!

Miren, que el fin del mundo es una realidad que llegará a producirse algún día es algo más que un acto de fe. Así lo asegura la Biblia, pero también las probabilidades, nuestros conocimientos científicos en astrofísica, y hasta los profetas del calentamiento global. Que podamos fijar una fecha exacta —y tan cercana— es otro cantar.

Lo que me preocupa es que el Gobierno de los Estados Unidos haya tenido que salir en público a desmentir que el fin del mundo se vaya a producir en la fecha señalada. Me preocupa la arrogancia humana que esto significa. Me preocupa la necesidad y la confianza ciega que ponemos en aquéllos que no pueden ofrecer la seguridad completa. Me preocupa, simplemente, que hayamos olvidado y extirpado de nuestras vidas aquella coletilla que decía “si Dios quiere”...

Así que, hasta la semana que viene... ¡si Dios quiere!