Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 26 de agosto de 2011

Obscenidades


Reconozco mi “pecado”. Me gusta Joaquín Sabina. Su música, se entiende. Incluso cuando llega casi a la blasfemia y, por supuesto, sobrepasa la irreverencia. Su poesía barriobajera y descarada, sinvergüenza. Sus imágenes palpables, alejadas de cánones ornamentales, pero llenas de belleza, sentido y sentimiento. Me gusta ese Sabina melancólico, derrotista y romántico, a la par que el socarrón transgresor e inconformista provocador de siempre. ¿Qué le voy a hacer? Ya sé que todo esto del cantautor con mensaje —normalmente de lo que se llama “izquierdas”— ya no está de moda, que es viejo y antiguo. Pero es que yo también lo soy. Prefiero esta música a la que triunfa hoy.

El caso es que Sabina —como un buen número de artistas de su ámbito ideológico— está marcado por una historia personal y lleno de contradicciones y transacciones con su propia conciencia. Pero eso es algo que, de alguna manera y de vez en cuando, nos pasa a todos, ¿no?

viernes, 19 de agosto de 2011

Aviso a navegantes


Que se zarandee, insulte, empuje, coaccione y amedrante a jóvenes por causa de su fe, como ha ocurrido estos días en algunos lugares y momentos en Madrid durante la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud debería ser un definitivo “aviso para navegantes”.

No me dirijo a los que insultan y agreden. Ni a los que se excusan en mentiras y medias verdades para ocultar sus verdaderas intenciones. Ni a los que se indignan porque frente a su provocación violenta sólo encuentran sonrisas y rezos. Ni a los que creen que la calle es suya y solo suya. Ni a los que leen y gritan con caras desencajadas de odio verdadero.

viernes, 12 de agosto de 2011

Perdón y justicia


Hace unos meses, en un pequeño pueblo gallego, alguien robaba las joyas donadas por distintos vecinos a la Virgen patrona de la localidad. En aquel momento —los medios de comunicación se hicieron amplio y repetido eco durante toda una semana y algo más— muchos de aquellos ciudadanos y feligreses expresaron sus sospechas e incluso señalaron con el dedo al nuevo párroco de la localidad como autor o cómplice del robo. Aquel cura no había sabido conectar con la religiosidad de los lugareños que, por iniciativa propia o por sugerencia externa (nunca lo sabremos), llegaron a boicotear las celebraciones eucarísticas: se negaron a entrar en el templo hasta que las joyas aparecieran y el sacerdote fuese sustituido.

Titulares de prensa, radio y televisión enfocaron la noticia como un expolio de los bienes del pueblo realizado por la Iglesia, o con el consentimiento de ésta y como un pulso entre la institución y el pueblo. Tal fue el clamor y el eco dado a las acusaciones contra el párroco que el Obispo trasladó al sacerdote a otra parroquia.

viernes, 5 de agosto de 2011

Fe y ciencia


No es algo nuevo. Supongo que podríamos remontarnos incluso a algún siglo pasado para encontrar el origen, aunque no tantos como nos quieren hacer pensar. Sin embargo, fue a partir de los años 60 del pasado siglo cuando la ciencia mediática —tan llena de divulgadores y científicos filósofos— comenzó a darse una sistemática negación de cualquier atisbo de fe desde la racionalidad.

Hoy en día, pocos son los científicos que se atreven a reconocer una fe religiosa. Pocos los que se atreven, porque estoy convencido de que, en realidad, no son tan pocos. La mayoría parlante apuesta por el axioma que dice que la ciencia ha demostrado la no existencia de Dios. Sobre todo, los filo-científicos, que de éstos hay muchos más que de científicos de verdad.